La antigua Ovetum ha estado muy vinculada, desde su fundación (s. VIII), a la monarquía asturiana, llegando a ostentar la capitalidad del Reino. Este hecho ha dejado un casco histórico de indudable sabor medieval al que la modernidad ha dotado de un cuidado trazado urbano fácil de recorrer.
Un casco antiguo peatonal hace que pasear por Oviedo sea un placer, desde la Universidad hasta la Catedral, y desde el palacio del Marqués de San Feliz hasta el de Camposagrado. Un recorrido aderezado con estatuas que surgen de las aceras en los emplazamientos que aluden a su historia. Para descansar, multitud de plazas y plazuelas cuajadas de chigres (sidrerías).
La torre de la Catedral de Oviedo marca el inicio de cualquier recorrido por la capital asturiana. La capilla de San Miguel, o Cámara Santa, guarda el Arca Santa, la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria, reliquias también visitadas por los peregrinos que se dirigían a la ciudad santa de Santiago de Compostela. Algunos de estos símbolos aparecen en el escudo de Oviedo y en el del Principado de Asturias.
En los alrededores de la catedral podemos ver muestras de algunas de las construcciones más importantes de Oviedo: la iglesia de San Tirso, el Museo de Bellas Artes o el Museo Arqueológico, estos últimos alojados en los antiguos Palacio de Velarde y convento de San Vicente.
El innovador prerrománico asturiano, precursor de los estilos románico y gótico, es patrimonio exclusivo de estas tierras. En la propia Oviedo tenemos la oportunidad de disfrutar de alguna de sus construcciones más importantes como son Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y San Julián de los Prados, todas Monumento Nacional. Estos templos y palacios, junto con Santa Cristina de Lena (en el municipio asturiano de Lena), la Cámara Santa de la Catedral y La Foncalada (fuente medieval) han sido declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
La ciudad de Oviedo se articula en torno a interesantes plazas que nos ayudan a recorrer la ciudad. La plaza de la Catedral nos lleva a la de Alfonso II el Casto, donde se dan cita los palacios de Valdecarzana-Heredia y de la Rúa. En el barrio de Cimadevilla, la parte más antigua del casco antiguo, encontramos la peculiar plaza de Trascorrales, donde se aloja la antigua lonja, y de la Constitución. Las construcciones dieciochescas del Ayuntamiento y la iglesia de San Isidoro se alzan aquí. Y al lado, la plaza porticada del Fontán, nombre que recibe también el antiguo mercado de hierro y cristal. Las casas de colores que se asientan en esta plaza dan también a la animada plaza de Daoíz y Velarde. Multitud de soportales se nos abren en esta zona para escanciar una sidra natural (bebida de baja graduación alcohólica elaborada con zumo de manzana).
La Universidad de Oviedo se puede considerar el último edificio del casco antiguo antes de llegar al Ensanche. Su fachada plateresca, del siglo XVI, da paso a un claustro que acoge multitud de actividades culturales durante todo el año. Las cercanas fachadas de los palacios del Conde de Toreno y Camposagrado merecen una visita.
A partir de aquí comienza el Oviedo de finales del siglo XIX, alrededor de la plaza de la Escandalera y el parque Campo de San Francisco. Aquí se dan cita el Palacio Regional, sede de la Junta General del Principado, la Caja de Asturias y el antiguo Banco Herrero. Todos ellos de corte “afrancesado”. También cerca encontramos al Teatro Campoamor, donde cada año se hace entrega de los premios Princesa de Asturias.
Hay que continuar por la calle Uría para acercarnos al Oviedo más comercial. Siguiendo una de sus bocacalles, Gil de Jaz, se llega al antiguo Hospicio Provicial (s. XVIII), hoy sede del lujoso Hotel Reconquista.
En cualquier punto del recorrido ovetense podemos acercarnos a la gastronomía de la región. No pueden faltar en nuestra degustación quesos de Cabrales, Vidiago o Gamonedo, fabes (judías blancas) asturianas, pixin (rape), marisco o carne gobernada (estofada). De postre el repertorio es enorme: arroz con leche, frixuelos (especie de crepes), tarta de almendra...